Con respecto al origen del árbol de Navidad existen diferentes atribuciones a otras culturas paganas sobre su origen, por ejemplo, algunos historiadores sitúan su origen en la época de los antiguos egipcios que celebraban el fin de año portando una penca de palma de doce hojas, cada hoja representaba un mes del año, se juntaban todas las pencas hasta formar una gran pirámide que se quemaba para honrar a sus dioses, otros historiadores aplican el origen pagano del árbol de Navidad a los romanos, mientras que otros, estos últimos más fiables, con la llegada de los primeros cristianos al norte de Europa observaron como los paganos en fechas cercanas a la Navidad celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad mediante la decoración de un árbol perenne simbolizando el universo en donde en la copa se encontraba la morada de los dioses y en las raíces el reino de los muertos. Este hecho lo aprovecharon los cristianos para celebrar el nacimiento de Cristo.
Pero el hecho histórico más representativo del origen del árbol navideño lo tenemos fijado en la mitad del siglo VIII después de Cristo y se le atribuye a San Bonifacio, misionero británico que se encontraba en Alemania evangelizando a los creyentes paganos, se dice que cortó un árbol que representaba al dios pagano, no está claro si Thor o Yggdrasil, y en su lugar plantó un pino que por su característica de árbol perenne simboliza el amor eterno de Dios. Lo adornó con manzanas que representaban el pecado original y la tentación a la vez lo decoró con velas que representaban la luz de Jesucristo. Posteriormente se agregó la tradición de los regalos debajo del árbol enviados por los Reyes Magos o Papa Noel.
Si nos centramos en el origen del árbol de Navidad en Europa tal y como lo conocemos en la actualidad es curioso mencionar que también se le atribuye su nacimiento a Alemania en 1605 y no es hasta el siglo XIX que se desplaza la tradición al resto de países europeos. En España esta tradición no llega hasta más allá de la mitad del siglo XIX en Madrid durante las navidades del año 1870 se colocó el primer árbol navideño en el palacio de unos nobles que irónicamente en la actualidad ocupa el Banco de España en el Paseo del Prado con la esquina Calle Alcalá.
Fuente: una frase celebre
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